¡Hola!

mi nombre es Ana

Nací el 23 de febrero de 1983 y ahora vivo en Estepona, un municipio malagueño en la Costa del Sol. Cuando no estoy leyendo, me gusta pasear junto al mar o en la montaña, y pasar tiempo con mi familia y mis amigos. También me encanta el cine, las series, los documentales, jugar a videojuegos y ver vídeos en YouTube.
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Siempre he destacado por ser una persona muy curiosa y creativa, por tanto, desde que aprendí a leer, la lectura se convirtió en un bálsamo, que a veces respondía a mis dudas y otras me transportaba a mundos de fantasía.
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Cuando cumplí dieciocho años decidí estudiar Historia del Arte en la Universidad de Málaga porque, en ese momento, consideré que esa carrera me proporcionaría una formación muy heterogénea en el mundo de la cultura.
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Tras terminar la licenciatura, continué mi formación aprendiendo idiomas (inglés e italiano) y viajando al extranjero. Mientras realizaba mi tesis doctoral aprendí mucho sobre Humanidades Digitales, una rama del conocimiento que se centra en digitalizar textos para su posterior procesamiento informático.
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Durante mis años como doctoranda, afronté trabajos de corrección, redacción y transcripción de textos en diferentes proyectos; así como la corrección y revisión bibliográfica de algún que otro trabajo de fin de grado o máster, a nivel personal, con excelentes resultados.

Letrana es un proyecto nacido del amor a la lectura, mi formación en letras, mi trayectoria profesional y mi esfuerzo personal.

Después de mi bagaje académico y tras mi formación específica como correctora de estilo y ortotipografía, estoy preparada para corregir cualquier tipo de texto: literario, científico, periodístico, ensayístico o divulgativo. Ya sea escrito a mano o digital.

Admiro mucho a quienes desean transmitir un mensaje, sea del tipo que sea, y saben hacerlo llegar a los lectores, porque esta labor no es nada fácil.

Me considero una privilegiada cuando soy una de las primeras personas en leer un texto; así que cuando los corrijo, lo hago con mucha atención y con mucho mimo.

Sé que existen unas reglas académicas que se deben cumplir para que el mensaje sea bien entendido, pero tampoco soy una persona inflexible a los cambios porque el lenguaje mismo crece de manera orgánica, es decir, su continuo uso lo hace crecer y evolucionar, por tanto, aplicar la norma no siempre será lo más conveniente.

Por eso mantener una comunicación fluida con el autor del mensaje es crucial para garantizar un resultado óptimo del proceso al que se someta el texto.

Ana