Escribir un texto no es una cuestión baladí. Para que un escrito funcione debe comunicar algo, pero qué entendemos por «comunicación». Según el DRAE, es la transmisión de señales mediante un código común al emisor y al receptor; en otras palabras, una persona, ya sea de manera oral o escrita, comunica un mensaje (discurso) y para que la otra persona lo entienda, ambos deben compartir el mismo código, por ejemplo, el idioma sería uno de esos códigos.
Así expuesto parece fácil que un texto comunique algo. Pero a veces no solo queremos que diga algo, sino que logre transmitir el efecto que se desea o se espera de él, es decir, que sea eficaz.
Pues a continuación, te dejo algunas pautas que te pueden ayudar a la hora de plantearte la redacción de un texto.
Determina la idea principal u objetivo del texto
La comunicación puede ser oral o escrita.
En una conversación con cualquier persona, lo que tenemos claro es el asunto del que estamos hablando: establecer este punto es crucial para mantener una comunicación coherente. ¿Te imaginas una conversación entre dos personas en la que uno hable de su serie favorita y el otro esté hablando de la reproducción ovovivípera? Sería gracioso, pero no se está produciendo ningún tipo de comunicación, aunque hablen el mismo idioma.
Por tanto, lo más importante al escribir es saber de qué quieres tratar: cuál es la idea principal del texto o el objetivo que se persigue con él. O mirado de otra forma: si tuvieras que sacar un tema de conversación en una comunicación oral, cuál sería.
–Ayer vi la película Parásitos y me encantó, le dices a tu compañero.
Pues si lo tuvieses que escribir, ese sería tu tema: tu opinión sobre la película. Así que es importante determinar y acotar el tema del que quieres escribir.
Reflexiona sobre la estructura más conveniente en cuanto a tus intenciones
Con esto me refiero a que antes de ponerte a escribir, tienes que preguntarte cómo vas a ordenar la información. Normalmente en una narración se sigue el tradicional esquema: introducción, nudo y desenlace. El texto pueden estar dividido en capítulos, y estos pueden llevar títulos o no; o estar ordenado por fecha a modo de diario.
Sin embargo lo que hay que entender es que la manera de exponer lo que quieres decir influirá directamente en que el otro entienda, no solo el mensaje, sino además la intención del que habla.
Por tanto la estructura interna del texto depende no solo de la naturaleza o tipo de texto, sino también con la intencionalidad del autor.
Pregúntate a quién va dirigido el texto
En ocasiones es difícil responder a esta cuestión. Así que empezaremos por los casos más claros. Si estás escribiendo una tesis, tu público estará formado por un tribunal de expertos en la materia; si estás escribiendo una circular, tus lectores serán los trabajadores de la empresa; o en el caso de un texto legal, puede ir designado a personal administrativo. En otros casos, saber quién va a leer lo que escribes es menos obvio. Por ejemplo, la persona que tiene un blog en el que se habla de diferentes temas de actualidad o tecnología, su público puede abarcar una horquilla de edad muy amplia.
Lo que es seguro es que responder a esta pregunta te facilitará la toma de dos decisiones más: qué estilo debo usar en mi texto y qué vocabulario es más apropiado. En el caso de la tesis, o de algún trabajo académico, universitario, etc. Debido a que el público siempre serán personas formadas en el tema, para que el texto funcione en ese ámbito debe estar expresado de manera formal y centrarse en subrayar aquellas cuestiones que sobresalen por su singularidad, sin entrar en demasiadas explicaciones previas, por eso, en este tipo de textos lo más importante son las conclusiones. Por supuesto, el vocabulario debe ser muy específico. Una vez que hayas determinado esta cuestión, empezarás a intuir el estilo que debes usar y el vocabulario que mejor se adapte al tema.
Elige un estilo
De nuevo, tengo que recordar, a qué me refiero con estilo. No estoy hablando de la manera particular que cada uno tiene de escribir, como diríamos el estilo de Stephen King, tampoco me refiero con estilo al conjunto de características de una época o un autor, lo que llamaríamos al estilo de Cervantes,… sino más bien a un conjunto de normas gramaticales y léxicas que ayudan a que el texto sea más eficaz.
Si quieres profundizar sobre este tema, te invito a leer mi primera entrada en el blog, sobre estilo.
Usa fórmulas o vocabulario específico
Existen muchos tipos de texto según su naturaleza, nos podemos encontrar con textos argumentativos, literarios, descriptivos, legales, artículos de opinión, para web, para ventas y muchos más. No obstante, se pueden clasificar en seis grupos: literarios; periodísticos; corporativos; publicitarios y comerciales; científicos; legales, jurídicos y administrativos.
El léxico se debe adaptar al estilo del texto, por ejemplo, si estamos ante un escrito literario hay que atender a la función connotativa del vocabulario, que impregna las palabras de un significado cargado de emociones para el lector; si estamos ante un texto de una exposición, el lenguaje aunque culto debe ser sencillo, es recomendable usar expresiones claras y, sobre todo, el vocabulario debe estar adaptado al contexto. En un texto de carácter científico, el vocabulario será técnico y muy específico.
Espero que estos consejos te ayuden a la hora de escribir un texto y sino siempre me puedes contratar para que lo haga por ti.